OBTURADOR
Viajamos a la velocidad del tiempo. Todo lo que conocemos comparte su dirección; cambiamos al unísono conectados en un fluir constante de instantes que son siempre presente, un eterno momento que es ahora. Lo que recordamos es un pasado construido; lo que imaginamos que vendrá es un futuro incierto, imaginado o no.
Soy maestro del tiempo.
Intervengo sobre su corriente.
Lo atrapo.
Y elijo cómo.
A veces lo disecciono en fracciones de su unidad… unamilésimadesegundo… atravesando con el filo de una cortinilla el grano del tiempo, desvelando lo que es invisible a nuestra mirada cotidiana, ciega al silencio de un parpadeo.
En otras capturas juego a amontonarlo en cúmulos de soplos. El instante se estira y deviene movimiento, diluye lo real y lo convierte en un misterio de una suma de segundos apilados. Barro el tiempo y lo sacudo de su representación.
Cuando me distraigo de congelar y dilatar, lo detengo. Ahora queda atrapado en una imagen desligada de su pasado y de sus posibles futuros. La fotografía se detiene en un universo en el que el tiempo renuncia a ser una flecha y se disfraza de punto. La memoria, esa que usamos para construirnos, puede cobrar presencia, se apropia de la imagen y nace un recuerdo, real o no. Somos coleccionistas de recuerdos inventados.
Soy maestro del tiempo.
Creador de huellas, imaginarios e inmortalidades.