Volverse una fotografía y mirar a través, en diagonal. Utilizar como marca ese límite que transita entre la realidad y lo imaginado.
Trazar un territorio propio en ese espacio intermedio que hay entre la lente de la cámara y el espacio referencial donde se disuelven las fronteras entre lo imaginario y lo real.
Las fotografías que surgen de ese territorio ocultan la apariencia, deshacen el motivo entre una capa de forma y otra poética; quizás para exponer un misterio insondable o imaginar un enigma por resolver.
Construyen realidades sin libros de instrucciones; interrogan el tiempo y el espacio para acceder a territorios de la extrema interioridad; lugares que son y no.
Imágenes que habitan un tiempo cero, fantasmáticas, que se disuelven en esta consciencia de habitar una fotografía que nunca ha llegado a crearse.